Aquella carpeta
Posted on 15 marzo, 2015 in Artículos en La Vanguardia
Hace algo más de diez años los estudiantes de arquitectura editaron una hermosa carpeta ilustrada que mostraba todos los frentes de los edificios de la Rambla desde Canaletas a Colón. Volver a mirar hoy ese material es un ejercicio de melancólico recuerdo, no porque hayan cambiado, precisamente, las estructuras, sino porque han desaparecido muchos de sus bajos, arrastrando con ellos, emblemáticas identidades que enfatizaban ese carácter, ese seny, severo y libertario que se ha movido siempre en un mismo diapasón.
¿Qué ha sucedido?
Que el sistema ordena y manda. y “la libertad ilimitada de comerciar… el interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas” (como señaló Marx en el Manifiesto hace ya más de cien largos años), ha pegado un golpe en la mesa, ha abierto el maletín de las divisas, y ha comprado, pagando el doble, si hiciera falta. Es lo que hoy llamamos “el libre mercado”.
Desde los meandros de este mercado, (que no vende hortalizas sino acciones, y no te llama desde un puesto de pescado sino desde los opacos puntos de intereses financieros), se van perdiendo lenta, pero inexorablemente, trozos profundos de historia barcelonesa y catalana, tradiciones de centurias, sagas familiares que marcaron épocas, y hasta trocitos inolvidables de cultura urbana. Hay quien se resiste. Aún se ven, afortunadamente, marquesinas de tiendas, hoteles, lugares de espectáculo, etc. empecinadas y orgullosas de esa presencia que cualifica la Rambla. A esos hombres y mujeres, dueños no sólo de una botica, sino de una firme y enaltecedora decisión, es a los que hay que aplaudir y proteger desde el poder público y también desde el apoyo social, porque ellos están resistiendo nada más ni nada menos que a lo más duro e insensible del sistema. Podríamos afirmar que cada portal tradicional que no claudica es también una manifestación antiglobalizadora. ¿Por qué no?
No estamos atados al pasado, pero no podemos perder los lazos que hicieron de esta ciudad y este paseo lo que hoy ha llegado a ser. La bohemia de ayer trocó en artistas callejeros de hoy, los señores de levita en turistas con cámaras digitales, el tranvía en bus a gas, y todo eso está muy bien, porque eso es también la Rambla. Pero no sigamos sacándole imágenes a aquella bella carpeta de los estudiantes de arquitectura.
La Vanguardia – 17/10/2003