El tiempo suele servir tanto para apaciguar un duelo como para confirmar entusiasmos en proyectos y realizaciones. Tendremos que esperar varios meses para que el crono espacial dé respuesta a cualquiera de esas dos alternativas cuando epiloguen las numerosas actividades del Fórum 2004, y confirmar, si llegara el caso, que este acontecimiento ha “movido al mundo”, tal como se pretendió en su fundación y se difunde en sus publicaciones.

Mientras tanto, dos preguntas van y vienen, desde la curiosidad de la señora que disputa a la baja el precio de la berenjena en el mercado de la Boquería, hasta el estudiante, al que ya le carraspean en la conciencia los exámenes de junio, pasando por el trabajador del andamio a la hora del carajillo. Dos preguntas: ¿Qué es el Forum 2004? y ¿Para qué sirve el Forum 2004? Desde el corsé de esta columna no alcanzaríamos a responder en su amplitud estos interrogantes. Pero sí, podemos afirmar, que si estas preguntas laten aún, entonces, el primer traspié de este encuentro del debate y la cultura es el no haber sido difundido y explicado en profundidad desde sus comienzos. Y este vacío, es, precisamente, el que ha creado tensiones en algunos sectores, suspicacias en otros, y críticas en varios. Pues bien, tomemos esto como la primera lección del Forum. La idea de un encuentro de la cultura del hombre (la cultura es una sola con distintos ritmos) se merita en sí misma. Mucho más ahora, en estas épocas de enfrentamientos escatológicos. Pero por su propio contenido, precisamente, por organizar un cruce de diálogos de cuyo carcaj salgan los instrumentos del pensamiento crítico, el Fórum debería haberse mantenido alejado de la otra acera donde están representadas las dianas a acertar, pues ellas no son escaques de este tablero de igualdad y de solidaridad. El Fórum no puede verse contaminado ni asociado con quienes, en definitiva, aceptarían sólo un mínimo grado de éxito, siempre y cuando no tocara intereses que son, precisamente, los que el Forum pretende denunciar. Esta sería la otra lección. El discurso de apertura del Alcalde Clos fue, sin duda, una clase magistral de contenido. Ese mismo nivel, esa misma aptitud de visión y compromiso, debe servir también para la reflexión crítica y superadora que terminará atrayendo a sueños como éste a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Y ellos, sí, “moverán el mundo”.

La Vanguardia 13/05/2004