Granos de veneno en el arroz

GRANOS DE VENENO-ESTATUA DE LA LIBERTAD 01¿Cómo un pueblo que no sabe distinguir ni su propia geografía política; cómo un pueblo al que no le interesa conocer el mundo porque cree que no existe fuera de sus fronteras (sólo el 14% de los norteamericanos tiene pasaporte y la mayoría lo usa para ponerse morenos en las «exóticas playas del sur»); cómo unos dirigentes, que con toda liviandad confunden una monarquía con una república, o una ciudad con un país; cómo una clase política que se aferra al mesianismo bíblico para decidir macroproyectos; cómo, y porqué, toda esta increíble fragilidad intelectual puede levantar el andamiaje del país más poderoso del mundo?

Tal vez Max Weber nos ayude a conocer la respuesta. No hay duda que el pragmatismo reformador unido a una sutil estrategia de acechos y amenazas colaboró para llegar a este paisaje.

Un desfile de pánicos fue usado desde los albores del país hasta estas madrugadas. Primero fueron los «indios», que impedían las conquistas de territorios, luego, lejos ya la guerra civil -que también fue un combate de miedos-, vino el terrible comunismo que lo arrasaría todo, después aparecieron como en un cuento de las mil y una noche, los árabes que chantajeaban con el petróleo, más tarde los pequeños japoneses con sus máquinas pirateadas y baratas y por último -momentáneamente- los tira-aviones, que en un juego de perversa geometría, implosionan torres y derriban lados del pentágono. Los Estados Unidos son un gran país degenerado en gran potencia a manos de una clase dirigente política y mediática que ha realizado la más asombrosa de las lobotomías colectivas. Desde la vieja prensa amarilla hasta la pantalla de plasma con los colores de la CNN, pasando por el entretejido de hijos de Dios y Súperman bajando de Kripton, no precisamente en una aldea búlgara, sino en el corazón del sistema, se fue idiotizando una sociedad que, si bien tiene en sus manos los instrumentos más avanzados de la ciencia y la tecnología, los usufructúa en una endógena gimnasia de pobre desarrollo cultural.

GRANOS VIETNAMITQ

Las recordadas películas del far west con sus saloons de cartón piedra y la doble puerta pendenciera, se transforman hoy en el momento del noticiero de la noche cuando el sheriff Bush entra con paso seguro y artillado, no hacia el mostrador, sino hacia el atril transparente desde donde lanzará al mundo una nueva amenaza prebélica. (Una pequeña Biblia, «escucha» vigilante desde el bolsillo de la chaqueta del Presidente). Entonces, -invirtamos la pregunta- ¿cómo es posible combatir tamaño poder? Lo cierto es que una simple cerilla no alcanzará a quemar el cuerpo de este «tigre de papel»

Ni nosotros tenemos «la madre de todas las bombas», ni el hijo, ni la cuñada de todas las bombas. Tal vez, si consideráramos el ditirambo de un sosegado determinista, podríamos afirmar que el tiempo juega a nuestro favor y que, tarde o temprano, nos sentaremos en el umbral de nuestra casa para ver pasar «el cadáver de nuestro enemigo«. Sin embargo, no vendría mal agregarle al viejo adagio chino, un contemporáneo inciso: «asegúrate de ver el cortejo colocándole todos los días un granito de veneno en el arroz».

GRANOS UN DOLAR NUEVO
Manifestaciones multitudinarias, larguísimas cadenas humanas, cese de actividades laborales al mediodía, miles y miles de velas encendidas por la paz.

De acuerdo, nadie negará la validez de estas expresiones populares. Pero todo esto al gobierno de los Estados Unidos, y -vamos a decirlo también- a una gran parte de su pueblo, no le hace mella. Nos ven como revoltosos, algo «anarquistas», «comunistas rezagados de la guerra fría», y a los del otro lado del mar, como «esos viejos europeos que no saben defenderse solos». (Obviemos, lo que piensan sobre los «latinos» del subcontinente, de los asiáticos amarillos, de los africanos que «nos trajeron el SIDA«). Sin embargo esas imágenes de repudio a la política imperial, si bien no llegan a destino, sí presionan y exigen castigo a los gobiernos locales que se ponen al servicio de aquella. Entonces ese grito de paz va más allá, porque al mismo tiempo, periférico a el, afloran energías y conciencias que han estado dormidas en estas engañosas «doradas» décadas de liberalismo o bienestar pret a porter. Es factible, entonces, hilvanar lo que a simple vista no altera los planes de la gran potencia pero puede torcer el brazo de gobiernos cómplices o, simplemente, indiferentes a esos aterradores planes criminales y salvajes, y forzar un cambio local, que en su profundidad y extensión , llegue a herir sensiblemente los auténticos intereses que mueven a la administración norteamericana en el terreno de su dominación planetaria. Cada uno de nosotros puede ser un adelantado de esa perspectiva. Vamos a ponerle un «granito de veneno en el arroz«.

 

GRANOS DE VENENO YANQUI Y REVOLVER

Los Estados Unidos son el único país al que se le puede hacer un bloqueo desde cualquier rincón del mundo. Es tan vasto su desarrollo y presencia, que no se necesita rodear sus costas ni impedir la llegada de mercancías a sus puertos.

Sus fronteras económicas, financieras y especulativas están globalizadas. Usemos «la madre de todos los intereses»: el bolsillo. No será el fin de los EE.UU. pero podemos perforar un poco su piel. Imaginemos que dejamos de consumir millones de latas de sus bebidas colas, (como ya lo está haciendo el mundo árabe), millones de hamburguesas, millones de zapatillas deportivas, millones de tejanos, millones de discos, millones de unidades de artículos de uso hogareño (el lector podrá sentir el agobio de esta presencia con sólo escribir los más conocidos y cercanos). Imaginemos que se vacían las salas donde se proyectan películas de Hollywood, que los ahorristas retiran el dinero de los bancos norteamericanos y los traspasan a entidades y cajas nacionales, que los fumadores toman la decisión de cambiar de marca de cajetilla sin cambiar de vicio, y así de seguido, poniendo en claro, desde este lado de la dignidad y el compromiso, que estas no son decisiones contra hombres y mujeres de la cultura de aquél país (que, por otra parte, se colocan junto al sector más sano de la sociedad en estas circunstancias de terror), sino que deben ser tomadas, precisamente, como presión internacional para que esa misma cultura confirme en algunos casos, y adquiera en muchos otros, el carácter solidario y pacifista que el mundo le reclama.

Nos encontraremos de bruces con una realidad que, si bien intuíamos, no podíamos ver en toda su extensión. Comprobaremos cómo los productos y las marcas que vienen de los Estados Unidos se han metido hasta el tuétano en las más básicas necesidades de nuestra vida cotidiana creando una telaraña tejida durante años y años de simpáticas publicidades. Por eso, este boicot debe ser ejercido también, contra las corporaciones cómplices de la superestructura del Estado.

Después de participar en una marcha pacifista, o de firmar un petitorio, o de comprarte una camiseta con la paloma de la paz, no te olvides del plato de arroz de tu enemigo.

www.rebelion.org
17 de marzo del 2003

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