El último porteño (ejercicio de lunfardía)

 

EL ULTIMO PORTEÑOEl hombre oscuro giró sobre sí mismo mientras se ponía el funyi y se campaneaba en el espejo del bulín que le devolvía un rostro severo marcado por historias de arrabales y percantas que ya sólo eran olvido en su pasado diquero. Con los timbos relucientes y la raya de los lienzos casi en perfecta simetría, parecía un bacán, más que el auténtico atorrante que había sido a lo largo de su vida rante y fulera, y ahora, un tipo ya amurado sin minas ni vento en el grilo.

Pero esa noche quería darse ese lujo: salir así, con esa pinta de compadrito y cafiolo.

El mundo se le había venido encima con sus firuletes y su furca traicionera. Se sentía como un gilún frente a tanto quilombo de coches y desconche de gente apretadas como ganado en los bondis donde, sin duda, algún esparo estaría ahora trabajando para un punga.

Recordó sus años de gayola que tuvo que bancarse por culpa de aquél buchón que al final tuvo su merecido en un yeite de justicia.

La noche lo acompañaba desde un cielo entorchado de estrellas que parecían relojearle el paso mientras desde las penumbras de los convoys dormidos alguien le iba chamuyando las razones de la derrota. Apretó el pucho entre los labios y su sabiola daba vueltas tratando de entender porqué se había perdido en el ayer aquél mundo que él sentía propio, donde era feliz y en el que en las milongas brillaban las naifas al compás de la música que borraba toda la mishia, y no estas turistas de hoy que son bagayos que dan pisotones.

Dónde está mi mundo, se preguntó, conociendo ya la respuesta. Su mundo había partido hacia la niebla de una felicidad pretérita. Se había alejado sin biógrafo, sin bronca, casi en punta de pies, tomándose el espiro, gambeteando farolas y curdelas de grupo.

Allá quedaron los amigos que poco a poco fueron tomando el raje hacia la esquina final donde ya, por fin, no hay malarias, ni yuta ni mangueros. Sólo él quedaba de aquella barra mistonga donde nadie miraba la pilcha del otro y las manos se apretaban y eso era la firma.

Seguía el hombre su camino sin plazos ni distancias como una sombra gris sobre el asfalto olvidado del empedrado, con la mirada lejos, más allá de los altos edificios y los faros hirientes que eran puñales clavándose en sus sentimientos y su tristeza. ¿Qué hacer? ¿Dónde están aquellos gomías que le hacían pierna en las tardes del domingo cuando regresaba de los burros sin un mango, juramentándose, una y mil veces no jugar más?

Ellos venían a la pieza y el primus ponía el fuego del afecto y el mate, el placer del encuentro. Ahora no, ahora veía un paisaje de poligriyos disfrazados de automovilistas, una multitud de rantifusos con maletín y una inquietante presencia de señoras conversando en pura sanata.

En medio de esas reflexiones se le atrevió un jaileife a cruzarle una guarangada, producto, sin duda, del toque de falopa que se habría tragado de puro boleado. No quiso responder a la agresión verbal y siguió tranquilo, con su andar cansino mientras se palpaba el chumbo que siempre portaba debajo del saco por si algún malandra lo quisiera sobrar y la cosa llegara a mayores.

El agresor no se la iba a llevar de upa, seguramente. Esta vez el tipo siguió gritándole a la noche su chifladura mientras nuestro hombre regresaba a su memoria. Y así fue, que la noche y el hombre se encontraron para viajar juntos al país de los recuerdos donde se escuchaba un bandoneón acariciando un tango en un peringundin, mientras en la pista la gente volvía otra vez a bailar y se encajetaba con la vida.

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TRADUCCIÓN

funyi: sombrero

campaneaba: miraba (viene de “campana” el que vigila mientras actua el ladrón)

Bulín: Habitación, cuarto, aposento, vivienda de soltero.

Percanta: Mujer. Amante

Diquero: (viene de dique:Presunción, vanidad)

Timbos: zapatos

Bacán: Concubinario; hombre que mantiene una mujer; bien de plata

Atorrante: Sinvergüenza

Rante: Aferesis de atorrante, vago y mal entretenido

Fulera: (viene de Fulería: Indigencia, ordinario, mala calidad Deslealtad, viveza.)

Amurado: Abandonado

Minas: mujer, querida.

Grilo: Cartera

Compadrito: Valentón, fanfarrón.

Cafiolo: Cantinflero, vivir de la mujer prostituta.

Firulete: Adorno, mudanza exagerada en un bailarín.

Furca: Acción de distraer a un persona para que la otra la ataque de una manera determinada y quede inmóvil.

Gilún / gilurdo: Tonto.

Desconche: Desorden, lío.

Esparo: Colaborador del punguista distrayendo la vista

Punga: Ladrón

Gayola: Cárcel

Buchón: persona delatora.

Yeite: Ocasión / Asunto / Asunto dudoso.

Relojearle: (viene de Relojear: Observar.)

Convoy: Casa de inquilinato.

Chamuyando: (viene de Chamuyeta: Charlatán, persona que habla de más.

Pucho: Colilla

Sabiola: Cabeza

Milonga: Cabaret, baile, festín

Naifa: Jovencita, mujer

Mishia: (viene de Mishiadura: Indigencia, miseria, pobreza)

Bagayo: Mujer desgarbada; paquete envoltorio; deportista torpe

Espiro: Escape, huida.

Gambeteando: (viene de Gambetear: Esquivar)

Curdela: Borracho / Borrachera.

Raje: Escape / Huída.

Malaria: (viene del masculino Malario: Infortunio.)

Yuta: policía

Manguero: (viene de Manguear: Sablear. Pedir dinero.)

Barra: Palomilla- (barra de esquina: reunión de muchachos del barrio)

Mistonga: pobreza

Pilcha: Ropa

Gomía: Forma vérsica de amigo.

Burros: Caballos. (se utiliza para denominar las carreras de caballos)

Mangos: Pesos

Primus: Calentador de mesa a Kerosén.

Poligriyo: Pelagato; hombre pobre y despreciable

Rantifuso: Sucio, despabilado.

Sanata: Híbrido oral, galimatías.

Jailaife: Petimetre

Guarangada / guaranguería: Grosería.

Falopa: Droga / cosa de poca calidad

Boleado: Chambón, torpe. Desorientado.

Chumbo: Balazo / Revólver.

Malandra / malandraca: Delincuente. Mal viviente en general.

Upa, de: Gratuitamente.

Chifladura: (viene de Chiflado: Loco)

Peringundín: (viene de Peringundines: Bailes, salones de barrio)

Encajeteaba: (viene de Encajetado: Enamorado apasionadamente.)

 

 

 

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