El «error» de Franco

 

EL ERROR DE FRANCONo cometeremos el mismo error que Franco” se le oyó decir al general Jorge Rafael Videla días antes del golpe de estado de 1976, en Argentina. Entonces, alguien supuso que, en la decisión de derrocar al gobierno de Isabel Perón, no se incluirían condenas a muerte con fusilamiento, (que el “generalísimo” firmaba mientras tomaba su desayuno), ni las larguísimas penas de prisión que dictaminaba la justicia de los vencedores fascistas, incluso, hasta en los años finales de la tiranía. (x) El general Jorge Rafael Videla cumplió con su palabra, como cabe a un hombre de arma.

Durante todo el período de lo que se llamó, ridículamente, “Proceso de Reorganización Nacional”, no hubo una sola condena a muerte ni un solo juicio penal. No se cometió “el error de Franco”. Los miles de secuestrados detenidos, pasaron a la categoría de “desaparecidos”. Por lo tanto, nadie firmó jamás en Argentina una condena a muerte, ni nadie fue oficialmente fusilado. Tenemos entonces, miles de no seres. Miles de no están. Miles de no fueron. Uno de los fenómenos más crípticos en la historia política del mundo.

Sabemos de las razones que llevan en distintos lugares a la usurpación del poder por parte de las fuerzas armadas. Ya es casi de manual descubrir esas causas, tanto en lo económico, como en lo jurídico, en lo social y en lo cultural. Salvo excepciones –como cabe en toda regla, y en ésta, mucho más destacable por lo significativo- las fuerzas armadas toman el poder para desconfigurarlo hasta convertirlo en un esquema de ordeno y mando, que baja hacia la sociedad sin intermediarios, llevando a justificar la represión como garantía de orden, de obediencia y de sumisión sin réplica. Hasta aquí, todo, casi “como siempre”. Es desde aquí, donde comienza a manifestarse en Argentina un fenómeno que supera el análisis tautológico, la observación crítica y “políticamente correcta”, para convertirse en la expresión del más brutal terrorismo de estado en la historia del continente.

No estamos refiriéndonos a grupos “paras”, ni a coyunturas dictatoriales con violaciones subrepticias. Estamos frente a un plan elaborado minuciosamente desde los despachos de los servicios de informaciones militares y civiles. Estamos frente a una de las operaciones más sutiles con el fin de pasar por sobre la represión oficial, incluso, por sobre el ejercicio punitivo que toda ley otorga al estado. Ni fusilados, ni detenidos, ni condenados. Absolutamente desaparecidos.

Y ahora sí, podemos ponernos frente a este pasado para preguntarnos: ¿por qué? ¿Por qué se tomó la decisión de eliminar físicamente sin dejar rastro, a miles de personas? ¿Por qué, toda  detenido, pasaba a la categoría de secuestrado –es decir, con paradero desconocido- para llegar a ser figura desaparecida: ni muerta ni viva?

¿Cómo pudieron decenas de mandos militares, ejercer la tortura hasta la muerte del prisionero? ¿Cómo pudieron esos uniformados llegar a tanta crueldad, sin dejar de sentirse victoriosos de una guerra que nunca existió? ¿A quien temían? ¿Al comunismo? ¿Al peronismo? ¿Dónde tenían escondido ese pánico durante tanto tiempo? ¿Cómo pudo la iglesia ser cómplice de este crimen? Y sobre todo, ¿cómo pudo una gran parte de la sociedad argentina, ser indiferente a esta realidad que se percibía si se quería percibir?

Miles de seres enterrados en campos clandestinos de concentración, miles arrojados al mar, miles en tumbas NN. ¿Cómo pudo ser posible esto? Aquí hubo algo más que una simple maniobra golpista para implantar un plan económico dependiente y expoliador, hubo algo más que un levantamiento para derrocar a un gobierno civil, hubo algo más que imponer el “orden” o combatir a las fuerzas guerrilleras, simplemente. Hubo algo más que, confiemos, el futuro se encargará de dilucidar. Porque si no hay algo más -que todavía no detectamos-, si todo ya está aclarado y ya sabemos por qué y para qué, entonces, la telaraña del olvido nos envolverá. Y no podremos deshacernos de ella para gritar siempre: ¡Nunca más!

(x) El general Videla sabe que con Franco también hubo muchos “desaparecidos” en venganzas y ajusticiamientos clandestinos.

http://operationlapdance.com/index.php/argentina/a-human-rights/

Este rostro es todo un editorial de la infamia y el crimen:

VIDELA.peg

 

 

 

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