“¡Matenló! ¡Matenló!”
Posted on 27 mayo, 2021 in Pensamientos sueltos
(«el Papa recibe a la presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo» de los diarios…)
“¡Matenló! ¡Matenló!”
Permítaseme una breve reflexión al ascua de ciertos interrogantes que nacen de una curiosa realidad mediática, compañera de los tiempos que compartimos por estas latitudes sureñas en el extrarradio del globo…
hace cuarenta años, la sastrería militar argentina se vio obligada a trabajar a destajo frente a un pedido urgente de uniformes de gala para los altos mandos de las fuerzas armadas…el gobierno que surge de un golpe de Estado debe asumir con las mejores galas…después, (y un poco anterior también a ese acto) llegó la masacre…que podríamos sintetizar con afilados infinitivos: torturar, matar, arrojar, lacerar, secuestrar, luego, el participio del verbo desaparecer, primero fue tema de asustados corrillos y luego tomó la forma circular de cabezas blancas girando alrededor de un pirámide conmemorativa de una gesta del ayer…girando cada tarde de jueves, pero enloqueciendo cada noche de cada día, pensando, sintiendo, sufriendo, alucinando, buscando, imaginando qué le habrán hecho desde el momento que se “lo” llevaron, “la” llevaron…el cerebro pierde su equilibrio frente al dolor inaudito, frente al desgarrador misterio, el cuerpo se deshace por dentro en convulsiones y todo lo enfermizamente inimaginable se hace presente en un grito mudo sin descanso…”lo” destrozaron…”la violaron” …a cada instante…siempre…algunos pañuelos no pudieron contra la locura…perdieron la batalla, pero los más fueron creciendo desde algo ignoto, como si fuera una llama sosteniendo la rabia por sobre la impotencia…entonces tomaron las riendas de sus dolores y se armaron de una flamante fuerza que las haría invencibles…sus hijos, sus hijas, eran el huracán que las impulsaba…hasta que se enfrentaron al enemigo…para siempre…pero no pidieron venganza, esas cabezas blancas que habían soportado el infierno de la pérdida más honda, que habían sostenido por sobre sí mismas las oscuras lágrimas de la desesperación y la desesperanza de una búsqueda de alucinaciones, esas frágiles cabezas blancas, no pedían sangre, no gritaban “muerte”, no prendieron fuegos a los sótanos donde sus hijos y sus hijas ansiaban ahogadamente tenerlas a su lado
para que los protejan como cuando eran niños…pero el tiempo es gruñido de lobo por sobre el susurro del que va a morir…esas madres se llevaron la sangre de sus hijos a su constante determinación de la memoria…por eso no se contuvieron y jamás van a conciliar con los que mataron a sus pichones, esas madres gritan, insultan, no saben de buen decir porque les han usurpados sus hijos y sus hijas que fueron quemados con electricidad mientras les tiraban sal sobre las heridas, que les rompieron los pezones con tenazas, que los empalaron, que les cortaron las manos con una sierra eléctrica y la lengua, que los arrojaron desde el aire a ese río marrón para ser destrozados a mordiscos por los inocentes peces mientras en la cabina del helicóptero miembros uniformados de las fuerzas armadas argentinas reían sin contención…esas madres jamás pidieron la muerte de los asesinos de sus hijos e hijas, jamás pidieron la pena capital, ni el paredón, pero jamás callaron lo que sentían por dentro, lo que pensaban de los cómplices de aquellos verdugos, cómplices de traje y corbata, de títulos y hasta de cum laude y otras distinciones…pero no pidieron muerte por muerte…no levantaron “el que a hierro mata…” no, gritaron, insultaron, denunciaron las vejaciones que sufrieron sus hijos y sus hijas y a los que no pueden todavía, ni acercar una flor a sus tumbas…y no pidieron, tampoco, la muerte de los que robaron a sus nietos…¡sus nietos!
y ahora viene lo que me ha llevado a interrogarme sobre una observación de la condición humana: suelo ver en los medios y aquí en las redes, severas opiniones contra el comportamiento de esas madres con hijos…desaparecidos…se las denigra, se las quiere expulsar de la sociedad, se utilizan los términos más feroces contra ellas…que nunca, repito, nunca pidieron la muerte de los asesinos…lo que me resulta extraño es que a veces, los medios publican sucesos de robos y rapiñas diarias que suceden todos los días en las calles de la ciudad…y cuando se produce el caso que el ladrón (que casi siempre es joven) puede ser aprehendido por los propios circundantes que asisten al hecho, siempre se escuchan varias voces de personas decentes y de notable apariencia exterior, que fuera de sí, exaltadas y muy nerviosas gritan: “¡Mátenlo!” ¡”Mátenlo!!”
Y por supuesto, y afortunadamente, a esa gente que grita ¡”Mátenlo!” al ladrón callejero, o cuando la policía abate a un delincuente, nuestro personaje siente una íntima alegría que sintetiza con un “uno menos”, creyendo que la imagen de ese cadáver en la acera es el programa para la solución de los problemas sociales de su país, a ese ciudadano vociferante, ningún militar torturó, violó o arrojó desde el aire a su hijo vivo al al río …ni, mucho menos, le robó un nieto…esa gente que no puede dormir porque espera preocupada que su hijo o su hija regrese de la escuela o del baile y tiene la maravillosa alegría de verlos regresar para descansar tranquila, esa gente, ¿pediría también la pena de muerte para los asesinos de sus hijos? Las madres de Plaza de Mayo jamás la pidieron
(¿no tendremos todos, menos las madres, un asesino dentro nuestro?)
e.m.