Ejercicio de sombra
Posted on 25 marzo, 2015 in Otros artículos
Es imposible e insoportable querer estar –sentirse- solo y para más causa, tener cabeza, -tener algo dentro la cabeza…es el maldito órgano que no te permite huir, esa cosa esponjosa que pesadumbra los pies, que mortifica la respiración en el preciso instante que te conmueves de oxígeno y te epilepsian los ojos…entonces, ¿qué? ¿Cómo puedes intentar ser lobo si las figuras amarillas de tu imaginación te obligan a una desdentada oportunidad que no alcanzarás jamás?
Dibujemos una ciudad. Sus coordenadas, sus brazos, la señora temerosa de la sombra nueva y desconocida, volcado su pecho a punto del grito; más allá un cigarrillo aún con su fatigada lumbre trianguliza el arañado asfalto. Ponte tu perfil y andemos. Y mientras buscamos razones para significar una esquina cualquiera, (tal vez aquella, la de la meretriz soportando el invierno que sólo el refugio de un auto gris y una nerviosa erección alejaron de su cuerpecito mancillado y heroico) en la noche millonaria de jadeos, de incontinencias y sueños pavorosos, No te interrogues. Deja andar la vida. Mírala a ella ahora, la señora Molly Blomm, procurando confundirse con los perfiles sombríos de los pórticos. ¿Qué llevará debajo de la primera enagüa? ¿Era necesario también esta noche empecinarse en su infidelidad? Precisamente esta noche, este 16 de junio, en el que su Geppetto se enamoraba de la honesta señorita Barnacle?
Casi ridículo es ejercer la idea de una abstracción que llamamos libertad. Si esto es una esfera, si tú mantienes el equilibrio por un cuasi milagro que te otorga un simple parámetro, si hueles por el breve detalle que te premia el viento, si crees –o crees creer- si un simple telar te entrega un frágil estandarte que te nomina para una estadística que no quedará en la historia, porque no cuentas, aunque te cuenten y te simulen real, numéricamente excelso, nada, eres nada, un espacio vital no más allá de tu piel, un aire sutilmente ocupado en una variante desfigurada de la ciudad asesina. Toma mi brazo. Esta calle nos llevará sin pausa hasta el nuevo campus de los cadáveres. Ahí encontraremos a nuestros antepasados amontonados con sus miradas asombradas y sus tensiones musculares. Pero, ¡vaya sorpresa! también veremos expectantes y con sudoroso anhelo a los que hoy se mueven de cerca, hablan, muestran sus impares belfos, nos hacen manuales burlas, invitan a una copa. Están allí, en la invisible frontera y con adversos deseos de cruzarla. ¡Escucha! un tic tac fractura el extraño silencio.
Los muertos –afortunadamente sin aquél maldito órgano- se quejan lascivamente de sus incómodas posturas. Llaman a los del otro lado de la línea con cavernosa ansiedad. De pronto, uno del ayer se pone de pie, “comienza a andar”, (así se refería el peruano al volcánico deseo de victoria) flota una cautivadora melodía entre los dos territorios de cuerpos; cerca de la escena el Weser abre su boca mojada en la corriente y espera. Muertos, músculos, venas, sexos, todo lo podrido se pega a la fantasía de los vivos y ambos se hunden, atraídos por la remunerada música, en el río como holocausto de la recompensa.
Toma mi mano. Por aquél bulevar llegaremos al campamento de las trivialidades. Habitaremos eternos momentos con sus pobladores. No expreses ningún gesto. Ellos desencadenarán los temas en soporíferas tertulias. Nos aplastarán de helechos racionales, -los puristas los llaman ciencia- y entre vaporosidades de alcohol y de tutús de bailarinas, blasfemarán sus impotencias. Sentirás las ganas de huir en la humedad de tus ropas. Puedes jugar sucio si lo deseas. Por otra parte, sólo así nos libraremos de ellos. Apláudelos mientras retrocedes. Y ya libres de tamaño acoso puedes responder con un incendio. ¡Mírate! Eres un violento agujero invisible en el trasiego de los absurdos.
La vida no es un jirón de inmortalidad. En el postrer instante te llegarán noticias de espejos contra espejos que fabularon tu existencia. Y así, de súbito, desde un alarido que poblará tu adiós, verás una implosión y ahí, dentro de un fuego sumergido, se te revelará la única verdad.