Pericles en la Boquería

1PERICLESSe atribuye a Tucídides -joven biógrafo y epígono de Pericles – la anécdota que narra cuando éste sale de la Asamblea, luego de haber ofrecido aquélla maravillosa oración en elogio a los soldados caídos, y se dirige a su casa escoltado por uno de sus discípulos que, gentilmente, llevaba la tea para iluminar el camino del maestro.

En ese momento, uno de sus adversarios políticos, perteneciente al partido llamado “de los demagogos”, se pone a su vera y comienza a denostarlo con furia, acusándolo, incluso, de tener sangre de pisistrátidas. A todo, esto Pericles seguía el cono de luz que ofrecía la tea sin contestar ninguna de esas injurias, mientras avanzaba por las calles de la ciudad que estaba construyendo el Parthenón.

 

Al llegar a destino y antes de entrar a su casa, se gira y le dice a su colaborador: “Acompaña al ciudadano a su morada”. Le ofrecía su propia luz al hombre que lo acababa de difamar sin miramientos. Tal era la grandeza de un político en la Grecia añorada. Desde veinticinco siglos atrás nos llega esta lección. La política es un bien público, no es patrimonio de elegidos o llamados. El político no nos gobierna, nosotros gobernamos a través suyo. Y hasta podríamos aplicar uno de esos contratos basuras tan de moda. Ponerlos a trabajar por seis meses, por ejemplo, y si cumplen nuestros deseos y necesidades, se amplían los términos del contrato. Y así, hasta poder cumplir los mandatos en su totalidad.

2 EL MERCADOHay que volver a dignificar la política, la democracia es mucho más que una campaña electoral, no es una visita al mercado de la Boquería para estrechar la mano de la pescadora mientras una docena de cámaras detrás registran la escena, ni es una viejecita pujando entre guardaespaldas para entregarle al candidato una carta pidiendo ayuda, tampoco se debe medir la popularidad en función del ataque al otro, sino en la dignidad ofrecida, incluso, en el aplauso al adversario.

La sociedad quiere ver y escuchar a sus trabajadores políticos en la grandeza de sus acciones, en el deslumbre de sus discursos, porque cuando un político se opaca nos ensombrece a todos, pues nosotros somos sus responsables y sus creadores. Las cuentas no se rinden en los dígitos de una encuesta sino en la majestad de una trayectoria. Precisamente, Pericles, no iría nunca al mercado de la Boquería los días de campaña electoral.

La Vanguardia – 07/11/2003

PERICLES 3

DEMOCRACIA REALs

 

Comments are closed.