El mundial, la calle, los otros

bolivia_arg_1El campeonato Mundial de fútbol es también el espejo donde podemos asomarnos a curiosear la vida y las pasiones de personas, sean inmigrantes o turistas. Y con sólo enterarnos de quién mueve ahora el balón, ya sabemos cómo se mueve el paisaje durante estos días.

EL MUNDIAL, LA CALLE, LOS OTROSSi hoy juega China, por ejemplo, se vacían las calles de Santa Coloma de Gramenet y algunos oscuros talleres, que no son tan santos, hacen un alto en la hermética e incesante tarea. Si juega Ecuador, las muchachas que han venido de Guayaquil o Quito, miran de reojo la televisión que tiene puesta en ese momento «el señor», mientras van fregando pulidos suelos o pasan el etéreo plumero por los delicados muebles de una casa de Sarriá. Si es Brasil el que se esmera en el campo para no perder su leyenda, en este caso, varias inquietas manos esperan ansiosas el momento de llenar de batucadas las terrazas de la Rambla. En cambio, si es Argentina la que suda hoy la camiseta para aliviar la tristeza de un pueblo sin sonrisa, entonces, los miles que han llegado desde aquel infierno van buscando un hueco, por pequeño que sea, en su exilio forzoso para compartir un «feca» frente al televisor de un bar de Gràcia o de Ciutat Vella. Todo un mundo se paraliza y se enhiesta frente al televisor futbolero cuando juega la selección de su país: capos rusos y rusas ruteras, alemanes en visita proletaria, subsaharianos ateridos de pateras, ruborizados intelectuales franceses del Barri Gòtic, croatas de acordeón en ristre, japoneses boquiabiertos, ingleses haciendo un hueco en las fiestas reales, irlandeses que invitan a una vuelta frente a un gol verde, paraguayos que gritan un tanto en guaraní, sudafricanos arrepentidos del apartheid, italianos a la última moda, mexicanos que, por supuesto, no usan sombreros mexicanos en España, turcos, daneses, uruguayos -que no necesitan pedir perdón a nadie-, coreanos, norteamericanos que saben de fútbol y no les gusta el béisbol, polacos papistas, suecos, belgas, tunecinos, españoles soñando con una copa…

No importan los horarios, no importan los inconvenientes o las exigencias del curro. No importa ahora ni la ley de Extranjería. ¡Señoras y señores, con ustedes: el Mundial! ¡Fútbol y papeles para todos!

La Vanguardia 10/06/2002

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