Alma encantada

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2)Suele suceder que los perímetros coinciden con las tensiones y los gestos sentimentales. Son frontera visual de argumentos vanidosos o de reniegos furibundos. Barcelona ciudad se acuclilla sobre sí misma, delimitada a un costado por delgadas aceras, a otro por algún bosquecillo travieso, con su duende incluido, y a su izquierda -confirmando sus ganas de volar- por esa humedad cartográfica que llamamos Mediterráneo.

Barcelona ciudad es un territorio de encantos, pero también de sutiles trampas en las que caen los viajeros que llegan«sólo por unos días» para terminar prendados de sus fauces de belleza y comprobar, después, cómo al paso de este tiempo globalizado levantan familias y edificios de leyendas para siempre, mientras la vieja maleta -ya ajada en el rincón- recuerda aquel lejano arribo que no tuvo regreso. Aquí hay libre circulación para ir de una bohemia a un suicidio frustrado.

 

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Éste es un lugar donde la gente se atreve a interrogarse todos los porqués, los «¡cómo es posible tamaño descaro!», hasta llegar, en una exhalación, a murmurar con algo de rubor y complicidad: «¡Lo que no se ve aquí no se ve en ninguna parte!».

Y es cuando Barcelona comienza a bailar, juega con la libertad en medio del gasóleo, hace su striptease -gratis- y se muestra en porretas, libre ya de severas urbanidades y de impuestos prêt-à-porter. Barcelona tiene encanto. Afortunadamente, nadie sabe dónde está el origen de esa manera de ser, de ese pegarse a tanto cemento, a tanto árbol, a tanto nada en el aire y a tanto beso mancebo que la excita.

Dicen que cierta vez llegaron seres de lejanos equinoccios para establecerle cruces viales y baños de asiento. Dicen, también, que se liaron a puños para conseguir entrada en su historia ciudadana. Ella se dedicaba a diseñar su ajuar mientras sus pretendientes preparaban las oposiciones a la alegría.

Hoy, cuando todo parece perdido, viene ostentosa y sensual, nos acaricia el alma en una esquina cualquiera -la tuya- y justo con el semáforo en verde nos vamos por ahí, con la ciudad del brazo.

La Vanguardia 29/11/2004

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