Category: Mis Libros.

Estos son los libros que fui publicando, dejando en ellos el paso de mi vida y mis pensamientos.

Copia de 20-XII-85 emerg 202

 

Este es mi primer libro de cuentos. Los escribí desde un rincón secreto de mis imaginaciones. Son relatos cortos, a veces oscuros y otras jugando con las tinieblas. Éste es uno de ellos.

 

LA CAVERNA

Fue tremendo. De pronto, toda la quietud, toda mi quietud, se transformó en el inmenso tronar de la caverna, y comencé a temblar. Las paredes latían desaforadamente, se apretaban una contra otra, me sacudían sin piedad. Pensé que todo aquello pasaría, que era una simple disfunción anodina, un engaño, y luego volvería la paz que yo tanto amaba, ese estarme ahí, con la misma posición de siempre, tan plácidamente embriagada por el calor invisible que recibía a cada instante, sintiéndome protegida de los misterios. Sin embargo, un ruido distinto me hizo dudar de todo eso. Debajo de la caverna oí algo que se rompía, y un ulular de agua enloquecida se precipitó hacia cualquier lugar.

Me asusté. Por primera vez, me asusté. La caverna continuaba su ritmo despiadado, castigando mi cuerpo, lacerándome. Me pregunté por qué. Por qué esa actitud, por qué ese cambio inmisericordioso, si siempre habíamos estado unidas en el tiempo y los fenómenos. Qué daño cometí para que aquellas paredes me hostigaran ahora. Debajo, el agua seguía enfurecida, abriéndose camina hacia vaya a saber qué paisajes.

No sé cuánto duró ese fragor. Ya estaba a apunto de perderme en la vorágine, envuelta en mi temor y mi desdicha, cuando vi la luz. Sentí la luz. La caverna, toda, se abría en movimientos y crueldades. La luz se acercaba. Yo resistía con todas mis fuerzas, pero era inútil: trastabillaba, giraba sobre mi misma, me aferraba con los pies, con los codos, buscaba un rincón donde perderme. Nada. Estaba sola. La caverna era un pasado.

Y entonces, cuando no había ya reparos ni explicaciones, desde la luz, se acercaron unos tentáculos rosados, enormes, lascivos, y tan seguros, que acepté mi derrota. Me sentí horriblemente tomada de la cabeza. La luz me envolvió, yo flotaba inversamente a mi historia, mis sienes se llenaron de sangre, me ahogaba, no podía respirar, me moría. La caverna, -soñé- quiero regresar a la caverna, quiero su calor, quiero su ternura, su intimidad. La muerte crecía en mi desesperación, y, ya a apunto de desflagarme íntegra, los tentáculos me golpearon, una, dos, tres veces, y estallé en lágrimas, con tanto ímpetu que mi llanto fue grito, y en medio de esa mágica reencarnación escuché a un gigante blanco que decía: «Es una hermosa niña, señora.»

 

Nunca serán virtuales las sensaciones, los sentimientos, las vocaciones. Nos munimos de esta tecnología para acercarnos, para conocernos, porque en el fondo de cada uno de nosotros, de cada ser humano, subyace la sed del otro, la necesidad del otro. Estamos en la red para llenarla de poesía.

Leer un poema. No importa cómo. Antes, el poema, tal vez, estaba en la rupestre figura de un bisonte que nos enviaba un mensaje de plástico lenguaje, después encontramos al poema en un papiro o en unas tablas reverenciadas, luego vinieron los papeles que los árboles nos ofrecían para expresarnos, y hoy, tus pupilas reflejan el poema que alguien te acerca en el monitor de tu ordenador. Ya ves, no importa cómo, no importa cuándo, no importa dónde. La poesía no ha muerto.

Si miramos un poema sólo vemos un manojo de palabras. Si leemos un poema, entonces, aquél manojo se convierte en algo superior que nos hace vibrar, que nos emociona, que nos aturde, que nos invita o desafía. Cuando leemos un poema nos sentimos mejor, más buenos, más nobles, en definitiva, más humanos. ¡Cuánto de lo más digno que tenemos se lo debemos a esa «pequeña cosa..!» El poema es un antídoto a la aridez de lo cotidiano que nos raspa y nos limita, el poema nos defiende del tedio, del acoso material y salvaje, nos regala ese momento tan nuestro, tan íntimo, en el que sólo existen el poema y cada uno de sus lectores.

 

MIS LIBROS DE POEMAS

Militancia de la sangre

Piel adentro

Poemas en eclipse

La palabra, ese cristal

La jornada y la sed

Agenda en llamas

¡Alto el fuego!

Che, Salvador

Esa tregua, el amor

FeriadelLibro

MIS LIBROS DE EPIGRAMAS y otros

Autorizado a vivir

Prohibido morir

Blablases

Anónimos de eduardo mazo

Alpanpan

Sin título-1

 CUENTOS

20-XII-83

 

 

AGENDA EN LLAMAS-NUEVOEste es el libro que nunca hubiera querido escribir. Son los jirones amargos del exilio, líneas apretando las distancias, salvando océanos en los atardeceres, cuando el sol cae donde están los nuestros, lejos, muy lejos. Agua, tierra y dolor nos unen y nos separan. Ganas de ser viento, luz proyectada, aire total. Estar allí donde no estamos. La frente contra la ventana mirando los recuerdos. Poemas para los amigos que ya no están, para una esquina ultrajada por la barbarie, para los dignos que cayeron dignos. No hay olvido. Ni tiempo. Por eso tuve que escribir este libro: para decirles a ustedes que volverán las risas un día, y se quedarán para siempre.

No hay espada que venza al poema invencible.

¡VISTA AL FRENTE…¡ARRRRR..!

Señor general,
con su permiso,
con su venia,
con su bondad,
con su licencia,
con su gentil beneplácito
y gentileza,
con su exquisita deferencia;

con su permiso,
general,
quiero decirle en nombre de los torturados;

con su venia,
general,
quiero decirle en nombre de los fusilados;

con su bondad,
general,
quiero decirle en nombre de los destrozados;

con su licencia,
general,
quiero decirle en nombre de los masacrados;

con su gentil beneplácito
y gentileza,
general,
quiero decirle en nombre de los reventados;

con su exquisita deferencia,
general,
quiero decirle en nombre de los sobrevivientes:

¡QUE ESTAMOS HARTOS,
GENERAL,
QUE ESTAMOS HARTOS!!

 

ALTO EL FUEGO-NUEVO

El más extenso de mis libros de poemas. En el prólogo narro la leyenda de aquél jardinero persa que se cruzó con la muerte y… Ustedes ya conocen el epílogo. Los poemas también soy leyenda y se transmiten por los ojos y las bocas de los hombres. Son necesarios esos sentidos, pero son imprescindibles los otros, los sentidos de la razón y la emoción, los que meritan el valor de cada uno de nosotros, esos son los sentidos insalvables para que el poema nos invada, nos llueva, nos perfeccione los adentros, nos limpie. Para poder cruzarnos con la vida mientras viajamos a Hispahan.

 

EL RATERO

-¡Al ladrón! ¡Al ladrón!
Usted, compadre, ¡corra!
Usted, amigo, ¡corra!
Camarada, ¡corre!
Compañero, ¡corre!
Hermano, ¡corre!
Todo el mundo: ¡Al ladrón! ¡Al ladrón!
¡AL LADRÓN!

-¿Qué te han robado, eduardo?

– La vida, ¡córrelo!

Che, Salvador

 

CHE SALVADOR-NUEVO

Fue un once de septiembre del setenta y tres. Un monstruo clavaba sus dientes sobre la piel de un país hermano. Chile se moría en la sangre derramada de Salvador Allende. Esa misma tarde escribí el poema “Che Salvador”. A la mañana siguiente lo transcribí en un cartel y lo pegué en una calle céntrica de Buenos Aires. Con el tiempo el poema se hizo canción y bandera de lucha, y me sentí orgulloso. Con el asesino vinieron las crímenes que yo quise combatir con poemas. Y surgió este libro.

“La poesía es un arma cargada de futuro”, dijo el poeta. Y el futuro es nuestro.

CHE SALVADOR

Recuerdo,
ya de niño,
me hablaban de un país
estriado hacia el pacífico,
me decían que Chile era un perfil
de cara a la esperanza,
que su gente andaba sin apuro
forcejeándole al sol
cada mañana.

Luego,
cuando los años
se nos vinieron del oeste,
supe que Chile era un hermano nuevo,
original y hermoso,
que Chile era un silencio
y un murmullo,
una costa infinita
de este lado del mundo
y un motivo de lucha
de este lado del triunfo.

Y había un hombre
(que era decir un pueblo),
con su traje de calle
y sus ojos de abuelo,
un hombre salvador,
un che
de saco y de chaleco,
un revolucionario
con bolas y pellejo
que supo ir a la muerte
como quien descubre un sueño
y se llenó de Chile,
ese país que es nuestro.

Yo se que estás peleando,
che Salvador, eterno.

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Aquí tienen la canción interpretada por el cantante argentino Cesar Isella. 1974-

CHE SALVADOR-ISELLA

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El cartel….un grito…un hombre…

CARTEL-CHE-NUEVO

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HOMENAJE AL LIBRO CHE SALVADOR

Esta es la carta que la hija de Salvador Allende envió a la revista «Neruda & Compañia» cuando me hicieron el homenaje en Barcelona (foto) por el 25 aniversario de la primera edición de mi libro: «Che Salvador«, dedicado al pueblo chileno

Señor

Rubén Adrián Valenzuela Revista

“NERUDA & COMPAÑÍA”

Barcelona

ESPAÑA

Querido amigo:

Hubiésemos querido estar contigo la noche del martes 21 de abril, para el merecidísimo homenaje al poeta y amigo EDUARDO MAZO, pero la Cumbre de las Américas y nuestras obligaciones en Chile en estos momentos, nos privan de ciertas alegrías y satisfacciones como la de vuestra a compañía.

Conozco La obra de Mazo y la tengo en alta estima, como una de las joyas culturales que produjo y produce la solidaridad de los pueblos con la lucha de Chile por su dignidad y democracia.

Pocos como Eduardo Mazo han podido ver en la figura de mi padre, Salvador Allende, la calidad humana que retratan los versos de «Che Salvador» : «un hombre salvador, con su traje de calle y sus ojos de abuelo».

Saluda en mi nombre y en el de mi familia a Eduardo Mazo, en la seguridad de que muy pronto, ese homenaje que hoy le ofrece la Tertulia Pablo Neruda, que tú diriges, tendrá lugar en Chile, ya sin oprobiosas dictaduras ni censuras que nos amenacen.

Atentamente:

Isabel Allende B.

Santiago de Chile, 20 de abril de 1998.

 

La portada de la primera edición en Buenos Aires

a FACEBOOK Primera portada

 

Los dos prólogos separados en años pero unidos en el mismo fervor

«Che Salvador» comenzó a escribirse, como ya lo he señalado, el mismo día del golpe de estado. El primer poema fue el dedicado a Salvador Allende; luego, al paso de los días y los acontecimientos que se iban sucediendo en Chile, fueron naciendo los otros versos. El libro fue publicado por primera vez en Argentina en 1974 y veinte años después, en una edición de homenaje a la figura del Presidente Allende y al pueblo de Chile, se reeditó en Barcelona. Esta es su portada y su prólogo pergeñado al calor de los volcánicos hechos.

PROLOGO (1)
Estos poemas fueron escritos como homenaje a la lucha del pueblo chileno, en el centro mismo del dolor que a todos nos llenó el corazón el once de setiembre del sesenta y tres, cuando el fuego que incendiaba La Moneda nos quemaba el ropero y las esperanzas, y los phantom ametrallaban los cordones industriales en el living de casa. Como militante y como hombre escribí estos poemas. Como poeta quiero inclinar mi vocación en testimonio hacia la resistencia popular de los hombres de la tierra de Coupolicán y de Lautaro, de O’Higgins y Salvador Allende. Vuelvo atrás los ojos, miro en la sombra de los alacalufes, de los changos, y de los yaganes, de los atacamas, el gesto libertario de los patriotas que hoy, mientras yo dibujo este prólogo y tú lo lees, se vuelcan combatientes a levantar la bandera en luz de sus antepasados sin pausa, haciendo de cada fusil un grito total y definido, donde muchos encontramos el honor la vertiente revolucionaria de nuestros huesos . Nadie que sienta en su sangre el caudal de la justicia, puede soslayar su denuncia frente a la salvajería pinochetista. Todos los de este lado del pueblo, nos jugamos en Chile la salvaguarda de la hermandad popular. La solidaridad no tiene formas ad hoc, va desde el llanto íntimo y caliente hasta los actos más audaces de castigo y justicia. Y nada, absolutamente nada, puede ser pergeñado a espaldas de los muertos heroicos que vibran atrás de la cordillera. (Se llamaba José, de San Martín tenía los corajes; dijo: América es un patio donde van a beber los oprimidos. Y cruzó la piedra. Algunos poetas le cantaron, otros se fueron con él y hablaron con la espada. Los renegados profesionales andarán por ahí, como siempre, con los sofismas colgados del cuello, ofreciendo al mejor postor la indiferencia. A estos, por ahora los tenemos en la mira, ya veremos después. Chile convoca. Y que no nos vengan con el comunismo y todo eso; que no nos vengan con la cantinela recocida de la “democracia” y la “libertad “; que no nos vengan a coquetear con sus moralejas. Porque si “democracia” es torturar sin asco, si “libertad “ es cortarle las manos y la lengua al cantor Víctor Jara, si “democracia” es bombardear barrios obreros, si libertad” es fusilar en cada esquina, si “democracia” es devolver las fabricas a los grandes capitalistas, si “libertad” es llenar barcos, islas y canchas de fútbol con prisioneros, si “democracia” es pasarse por las pelotas la voluntad de un pueblo, si “libertad “ es patrullar día noche puerta por puerta, pues, entonces, señores de la “democracia “ y la “libertad “, higiénicos doctores de las “instituciones inamovibles “, métanse la “democracia “ y la “libertad “, esa con que se llenan la boca, métansela bien, pero bien adentro del…
Que la van a pagar ¡la van a pagar! ¡Y cómo! Van a pagar cada muerte. Van a pagar cada torturado. Van a pagar cada prisionero. Van a pagar cada afrenta a la dignidad humana. Van a pagar los oblicuos militares y van a pagar los alcanforados políticos, esos, que se llaman “cristianos” y pusieron a Jesús en el hospicio, esos que buscan a Dios para fusilarlo porque se les hace subversivo… Y van a pagar los jueces que ofrecieron las nalgas a la junta, y van a pagar los magnates del cobre, y van a pagar los dueños de los grandes periódicos que ayer aullaban contra el gobierno popular y hoy se emborrachan de sangre con los verdugos, y van a pagar los latifundistas, y van a pagar los propietarios heridos en el status propio Todos los que tengan que pagar, ¡la van a pagar!
El pueblo de Chile no ha sido vencido. Caerán muchos patriotas todavía, es cierto; cayeron en Vietnam ayer, en Argelia, en Cuba. Pero la revolución no es paquete de manteca al sol. ¡No! La revolución es un lingote de acero que antes fue una mancha ígnea y sin formas, pero después se tornó acero. Será un camino arduo y prolongado; pero será el camino. El Pentágono y la CIA, -¡vaya novedad!- harán lo indecible para impedir esto. Ya lo están haciendo: Pinochet tiene un tufo West Point que espanta. A veces se baña, pero no se le va.
Chile no se rinde. Como las leyendas, que no se escriben, su victoria, algún día, irá de boca en boca, la diremos al filo de la tarde, y en la mirada de los niños que la escuchen, descubriremos el asombro y el orgullo. Ahora contamos a los muertos, una y mil veces los contamos. La suma nos dará el resultado exacto para alcanzar la victoria de Chile y de América, y defenderla visceralmente hasta el último bosque de la vida.
¿Vienes hacia el triunfo, compañero ?
Buenos Aires 1974

Barcelona 1983
DIEZ AÑOS DESPUÉS…

SAL SOBRE LA HERIDA? NO, EMPECINADA PRESENCIA

Montado sobre el viento ineludible –pero no perenne- del exilio, me di a encontrar hace un tiempo, con uno de mis hermanos chilenos que, entre abrazo y confianza, me reveló que los poemas de este y otros libros, se copiaban y leían clandestinamente en su tierra. Me sentí feliz. No por lo que a mí me tocaba como circunstancial autor, sino porque eso cifraba (eso, y las noticias que devastan cualquier impotencia y nos llegan hoy de Chile, arrolladoras y pobladas de esperanza) la vigencia de una lucha, de un compromiso y de un destino. Con esa emoción y aquellas lealtades, se reedita este libro en España.

“¡Parece que fue ayer…!” Y fue ayer. Era el once de septiembre del setenta y tres. Hace apenas diez años. ¿Qué puede decir el poeta cuando ya se ha dicho tanto? Tal vez, sí, tal vez, el poeta deba ejercer el gesto de la vital memoria, la confrontación de la dignidad ante cada amanecer, la rabia que regurga desde el vientre de los sentimientos, la erguida furia y el lícito asco.

Como una metástasis de horror se extendieron sobre esta década los hechos y las vergüenzas. Cruzaron los Andes, mancharon las pampas, afrentaron los valles, denigraron las esquinas de amadas ciudades. Y fue lo increíble. Se torturó, se violó, se desapareció, se lapidó, se masacró. Por miles. Cada hombre, cada mujer y cada niño fueron todos los hombres, todas las mujeres y todos los niños. ¿Qué fue aquello? ¿Qué es aquello? Un lugar del mundo donde la MUERTE tomó el poder. La uniformada muerte, la cuartelera muerte. En ese “cono sur de América Latina” (como señalan los periódicos en su lenguaje geométrico y geográfico, necesario para la lectura del desayuno) florecieron los pañuelos blancos nominales y justicieros, sobre las ennoblecidas testas de unas madres que son todas las madres. Tu madre y mi madre. Porque nosotros también, amigo lector, somos un pedazo de desaparecidos. Diez años…El miedo, las razzias, la desfachatez mefistofélica de los estados mayores del crimen, la cultura aherrojada, el arte haciendo cuerpo a tierra, el amor en la mazmorra.

De este libro no he quitado ni modificado nada. Su prólogo fue escrito en caliente, sobrecogido, como tú lo has estado. Estos poemas nacieron de cópulas que la historia protege. Es posible que ahora, diez años después, las condiciones –filigranadas- del combate y la resistencia, tengan otra dimensión, otras amplitudes, otras alternativas, y esta ofensiva alúdica de hoy, exija –y es válido- unidades más vastas. Sin embargo, aquello fue, existió, se vivió. Y como tal hay que asumirlo. Todos. Los grandes estadistas y sus adláteres y los más anónimos poetas. Pues lo contrario es el olvido. O para decirlo más claro y más honestamente: traición.

No quiere el autor en este caso dejar de referirse a un tema que ha sido muchas veces motivo de obcecadas veleidades: la traída y la tan mentada y equívocamente llamada “poesía política”. Unos, en apologéticas verborragias, otros en vehementes negaciones, entablan ajedrezadas polémicas sobre al que no es tal. El tejido cultural de nuestro pasado (más allá aún del civilizado) testimonia una hermética y contundente fusión. ¿O es que acaso, -extrapolando asignaturas-, tendríamos que hablar de una “poesía del atardecer” o de una”poesía ciudadana” o una “poesía fisiológica”, o una “poesía amorosa”, excluyendo , por simple descarte, el multifacético organigrama que es la existencia de cualquier artista? Sólo hay una poesía: la que canta a todas las manifestaciones de seres y cosas. El lenguaje es un arma total. Cuando se le intenta parcelar, llega su manipulación.

¿”Poesía política”? ¿No fue un príncipe danés el que denunció en bellos e inmortales soliloquios la corrupción del poder? ¿No fue un poeta de Granada el que murió boca abajo pagando en sangre sus romances libertarios? ¿No fue un Lao-Tse el que dijo en un verso: “se gobierna un Estado con el cuidado que se fríen los pececillos”? ¿No fue un poeta un poeta latino que llamaron Virgilio Marón, nacido setenta años antes de nuestra era, quién, épico y sectario, cantó: “Dan muerte a los guardianes y, abiertas las puertas, reciben a sus compañeros y se unen ambos grupos armados”? ¿No fue Dante (condenado a muerte por rebeldía en 1302) sin
sin poder regresar a Florencia, quien luego escribiría en su Comedia: “Federico Segundo está en el fuego, el Cardenal, y más que callaré”? Estas, sin ser arquetípicas, son señales de referencia que tan afanosos depredadores de la “poesía política” no dejarán de tener muy en cuenta. Y sus dogmáticos defensores también, pues aquellos genios no hicieron reducción sino implicancia.

¿Qué es un poeta? Sencillamente, alguien que escribe en un código escrutable palabras que conforman un poema. ¿Qué privilegios tiene? Los mismos que deben tener todos los hombres. ¿O es que, acaso, puede un poeta –como tal- enfocar el telescopio de su sensibilidad a la luna para no ver cómo, en ese preciso instante, la policía se lleva detenido a su hermano, a su vecino, a su compañero de estudio? ¿Puede un poeta –como tal- soslayar el genocidio de un pueblo y masturbarse en juegos florales mientras el toque de queda arrincona a sus hipotéticos lectores? ¿Puede un poeta –como tal- olvidar que otro hombre ha caído para que él escriba en libertad? ¿Puede un poeta –como tal- dedicarse exclusivamente a enfardar borrosas letanías o a caer en los sótanos de una megalómana “soledad” y renegar de la dura y áspera realidad que lo circunda y lo conforma? ¿Puede? ¡No! El poeta, o es sangre de todos o no es nada.

Cierto es que los poetas anhelan cantar al multicolor de la vida y al ancho patrimonio del misterio. Y así lo hacen. ¡Cuántas noches de nieblas o de celos han sido dichas! Las espigas, lo señorial del océano, la turbación de los dioses, los oscuros agujeros de la melancolía…Los poetas quieren ser los portavoces de todas las ilusiones y de todas las sensaciones. Es su diáfana y trágica misión. Pero entonces, que no vengan los uniformados reptantes a taparnos la voz y los mensajes. Que no vengan a decretarnos “esto sí y esto no”. Porque para los poetas todo es, “esto sí”.

Durante estos diez húmedos años he intentado –sin éxito- imaginarme a Pinochet leyendo a Neruda. (Si las víboras no tienen manos, ¿cómo podrían acariciar a un conejo?) Pasará el tiempo y otros hombres recitarán los versos de “El gran capitán”, o los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, corearán las canciones de Víctor Jara y narrarán la epopeya de Salvador Allende. ¿Quién se acordará de Pinochet? ¿Quién le llevará flores a su tumba? Entones, ¿para qué? ¿Para qué tanto dolor, tanta sevicia, tanta muerte, tanto bombardeo, tanto úkase? ¿Para que los poetas nos pongamos furibundos y escribamos vengadores? ¿Simplemente para eso? Sabemos que no.

Pero también sabemos que hay gente que delante de tales hechos, arma su absurda y cobarde trilogía filosófica: “no ver, no oír, no hablar”. Situarse lejos del conflicto –del dolor- guarecerse de la tormenta y no querer establecer conexión. Se afanarán inútilmente. Nadie esta exento de la vida. Nadie podrá parapetarse tras el televisor o la compasión escolástica. El mundo aprieta y aprieta, se acerca a cada uno de nosotros como un polvo que entre las rendijas de las más defendidas distancias, penetra para cubrir de acción todas las indiferencias. Ya lo advirtió el poeta y pastor protestante Martín Niemoeller:

Cuando los nazis llevaron a los comunistas,
yo me callé.
Yo no era comunista.
Cuando los nazis encerraron a los socialdemócratas,
yo me callé.
Yo no era socialdemócrata.
Cuando llevaron a los católicos,
yo no protesté.
Yo no era católico.
Cuando me llevaron a mí,
ya no había nadie para protestar.

El once de septiembre del setenta y tres un general de un ejército de un país se levantó en armas contra un gobierno legalmente elegido. Ese general ordenó la muerte de miles de ciudadanos, la quema de libros y la destrucción de todo vestigio democrático. Ese general recibió los elogios de cierto embajador de otro país (mucho más grande y poderoso) y el beneplácito de los representantes de empresas internacionales que recuperaron, por la acción de ese general, sus dividendos y sus índices bursátiles. Dicho general ha manifestado que desea mantenerse en el poder, casi de por vida. Pero, según comentarios de los que saben, a ese general le queda poco tiempo en esa situación. Sin embargo, el general se resiste a abandonar el sillón presidencial. ¿Qué va a pasar con ese general? ¡Que se va a ir! Pero, ¿qué pasará cuando el general se vaya?

A mí, con esta modestia que da el escribir cosas que parecen poemas, me agradaría que no hubiera ningún general en ningún país del mundo, que no hubiera ninguna bomba en ningún depósito o avión, ningún barco de guerra en ningún océano, ningún tanque en ninguna calle, ningún cuartel en ningún barrio, ningún soldado en ninguna familia y ninguna junta militar en ninguna casa de gobierno. Y, si tuviera que expresar más aún a fondo mis deseos, diría que anhelo un mundo, sencillamente un mundo sin pasaportes ni tantos reglamentos. Un mundo. Con la sola frontera del cosmos. Y dentro de ese mundo la gente libre, feliz, hermanada, solidaria. Y que sólo se muera de viejo.

Creo que, entonces, recién entonces, los poetas nos dedicaremos exclusivamente a cantarle a la niebla, al amor, a los celos, a los pájaros, a la espiga, a las estrellas. Cuando ese momento llegue ya no habrá política. Ni libros como este. Mientras tanto…

 

El libro «Che Salvador» aquí en versión completa para todos mis amigos:

LA MONEDA, ONCE DE
SETIEMBRE DEL SETENTA Y TRES

El sol

¿había ya salido el sol sobre Santiago?

era temprano
y era tarde

era el asalto

un once de setiembre agazapado
por donde entraban todas las explicaciones
y salían a crecer en los disparos

tomaron posiciones
al pie de las ventanas y el abrazo

parapetados
en el muro volcánico
de un pueblo
capaz de cien fracasos
y mil triunfos
capaz de un holocausto

las mujeres exigieron un lugar
abrigadas de luz y sobresaltos

no tenían fusiles
no tenían

tenían el corazón
y un beso en desparpajo
tenían el honor y el calendario

fue necesario
ordenarles salir
salvar la vida
debían ir en busca
de los hijos
crearlos
en los vientres inmunes
llenar de revolucionarios
la geografía herida por las balas

salvarse
para salvar la patria

dejaron el palacio

una
sin embargo
una mujer quedó

no se su nombre
la llamaré Rosario
o Carmen o María
o Juana a solas
a solas con sus años

¿una sola quedó?

creo que todas las mujeres de chile
se quedaron
y si murió
murieron todas
Rosario
y Carmen y María
y Juana a solas
a solas con su canto

era un paisaje hermoso
proclamando
que ahí estaba la gloria
mordiendo en cada diente
su gesto libertario

alguien
desde un miedo orinante
llamó a la rendición
fijó sus ojos de lagarto
sobre las puertas cerradas
al agravio

pensó que aquellos eran
hombres de su mismo barro

y se quedó esperando

un grito de «¡traidor!» le mojó el culo
y huyó sin fuerzas a evacuarlo

salvador crecía en el espacio

bombardearon
es muy simple
bombardearon

sobre los techos caían a pedazos
las patas de los uniformados

caían la venganza
dios y el diablo

adentro
en esa casa florecida de muchachos
se defendía cada rincón
cada guijarro

los heridos escribían con su sangre
la penúltima carta de amor
trazo por trazo

aún no había salido el sol sobre Santiago

cayeron uno a uno

y mientras tanto

se decían adiós en cada pájaro
mensajero de auxilio
y de los párpados
que se iban cerrando
en un sueño infinito
y proletario

aquel
con los ojos mirando
vaya a saber qué cosas

el otro
oceánico
y sencillo
caído al pie de una escalera
con sus negros zapatos
hacia el sur
con sus zapatos negros
señalando

Salvador crecía en el espacio

un siglo
exactamente
pelearon ahí adentro

y sitiados

construyeron un pueblo
por cada nueva bomba
y un precoz continente
por cada asesinado

ya no tenía puertas la casa
tenía dos paredes
y un hombre apuntalando
tanto dolor al viento
tanto chile sangrando

Salvador crecía en el espacio

entraron todos
¿los numeramos…?

entró la CIA
con su disfraz de niña boba
entró el pentágono
y el golfista y el traumático
el rey de los negocios of course
los pequeñitos generales
y el democrático
señor político
y entró el parlamentario
y entraron los rufianes
y el caballo
del juez a levantar el acta

todos entraron
menos Chile y América
todos entraron

Salvador crecía en el espacio

después
vino la niebla
en oscuras oleadas de sonámbulo
a envolver la esperanza
en catafalcos

vino el sudor y el llanto
y vinieron los bandos

tres soldados custodian el palacio
los tres son mancos

ahora

que el toque de queda
reniega del cansancio
y cruza en dos el sueño de los niños
un poncho rojo comienza a desplegarse en luz
como un peñasco

está saliendo el sol sobre Santiago.

CHE SALVADOR
Recuerdo,
ya de niño,
me hablaban de un país
estriado hacia el pacífico,
me decían que Chile era un perfil
de cara a la esperanza,
que su gente andaba sin apuro
forcejeándole al sol
cada mañana.

Luego,
cuando los años
se nos vinieron del oeste,
supe que Chile era un hermano nuevo,
original y hermoso,
que Chile era un silencio
y un murmullo,
una costa infinita
de este lado del mundo
y un motivo de lucha
de este lado del triunfo.

Y había un hombre
(que era decir un pueblo),
con su traje de calle
y sus ojos de abuelo,
un hombre salvador,
un che
de saco y de chaleco,
un revolucionario
con bolas y pellejo
que supo ir a la muerte
como quien descubre un sueño
y se llenó de Chile,
ese país que es nuestro.

Yo se que estás peleando,
che Salvador, eterno.

CARTA A TENCHA
Tencha,
amada y compañera,
te escribo desde este sitio azul
de la memoria.

¡Si supieras qué dulce te recuerdo,
qué de veces te encuentro!

Sueño que te tomo las manos
y sueño,
que vamos cara al pueblo,
que hay enormes banderas
y profundos pañuelos,
que Chile está en tus ojos,
apaisado y sereno.

Hace ya mucho tiempo
¿cuánto tiempo, mi Tencha?

Te extrañé en el palacio
en medio de las balas
y el ruido de las bombas
cayendo del silencio.

Me acompañé en tu nombre,
mientras la vida se me iba
por ese agujero redondo desde el pecho
y la sangre de tantos compañeros
exigía mi sangre.

Quise tu beso
al costado de mi muerte,
quise tu frente
al borde de mi pelo;

te quise toda de luna en mi agonía,
te quiero toda de sol en mi regreso.

Porque voy a volver
y estoy volviendo,
voy a volver desde este sitio azul,
como en los cuentos,
a volcar tu cintura en mi esperanza.

Espérame luchando,
será igual y distinto,
será el comienzo;

espérame en las calles,
en el rincón sediento
de los cordones industriales;

espérame en el campo
junto a las mieses caídas del invierno;

espérame en los puertos,
en los ascensores,
en la casa del más viejo minero;

espérame en el paraninfo,
donde están los muchalchos con sus cuadernos;

espérame en las alamedas
y en los conciertos;

en cada torturado
y en cada muerto;

espérame de pie,
Tencha querida,

voy a volver muy pronto,
¡te lo prometo!

CONTRA PELOTÓN
¡Atención apunten fuego !
Y caen,
es un chileno
chorreando Chile y sangre;

y caen,
es un muchacho
de azul y disparate;

y caen,
es un obrero
sencillo y trashumante;

y caen,
es una niña, apenas,
de novia alguna tarde;

y caen,
es un país al viento de tanto poesía
del otro lado de los andes;

y caen,
y están los que fusilan
y están los que cadáveres;

y caen,
y sin embargo,
los que llenan las calles
boca abajo agujereados,
curiosamente se levantan,
toman la sonrisa y la rehacen
salitrosamente en el aire,
forman un pelotón interminable,
gritan,
¡libertad !
gritan
¡puebloaméricacoraje!

y caen,
en un instante y para siempre,
como tocadas en espacial voltaje,
las patrullas negras
de la «junta madre.
ESTADIO NACIONAL
Cuatro mil doscientos veinte y ocho prisioneros
y una pelota de fútbol desinflada
que agoniza en silencio

va a comenzar el match

un general
da las últimas instrucciones
sentado en el travesaño

un almirante y un brigadier
corren con sus cantimploras llenas de sangre
a refrescar a sus soldados

los bomberos preparan ataúdes
a un costado del arco

cuatro mil doscientos veinte y ocho prisioneros
maniatados
descalzos
contra las troneras calientes y el espanto

el referí es un carrier
pintado de soborno

todo ya está preparado

suena el primer disparo

dieciséis prisioneros se adelantan
peligrosamente hacia el área

los dieciséis son fusilados

el relator se excita en su mentira
«están torturando en los vestuarios»
le dicen
y grita el triunfo de los uniformados

el relator también está comprado

cuatro mil doscientos doce prisioneros
miran al juez de línea

el juez de línea tiene los ojos vendados

termina el primer tiempo

los buitres van ganando por decreto
(lo acaba de firmar el escribano)

en el descanso
-que no es descanso-
dos lustrabotas abren las puertas del estadio
y entran millones de aficionados
que desde todo Chile y toda América
van llegando
entran todos cantando
rompen con sus brazos
las alambradas y los cascos

en el palco de honor
cunde el pánico
se piden garantías y refuerzos
y llegan más soldados

pero todo es en vano

los recién llegados
agitan sus banderas
en el centro del campo

como una nube verde y solidaria
dan vuelta el resultado

en las tribunas cae la noche…

ya no hay nadie en el estadio.

PABLO, PREPARA TU POEMA
No te has muerto,
acá cerca de casa,
una muchacha
con tus veinte poemas de amor
cruza la tarde,
busca el beso, lo encuentra,
se va del brazo con el sol
toda embriagada.

No te has muerto,
sobrellevan los viejos
tu canto a Stalingrado,
van de España a la flor,
de la flor a tus manos,
al de tus manos
al día,
de tus uvas al viento
crepusculario,
de tus versos primeros,
a tu último salmo.

No te has muerto.
(Los poetas cultivan las sonrisas,
cultivan las banderas,
no saben donde empieza el calendario,
conocen las postas del olvido
y el adiós
al pie de un holocausto).

No te has muerto,
estás en cada giro
infinito y primario
donde se esconde el bosque
detrás de cada pájaro,
donde el mar te acompaña
a solas con sus barcos,
donde todos los ojos
miran la sombra del trigo
y el aventado
gesto de Pablo escribiendo sus cosas.

No te has muerto,
apenas si has tomado el silencio
para volcar en Chile
una lágrima
desprendida
del pan que has protegido.
(El sol es una enorme costa
donde los náufragos bailan).

Cantaron,
sobre tu féretro cantaron
cien chilenos,
(cada voz un disparo)
a pulso tus cabellos,
cien chilenos llevaron,
cien chilenos cantaron
La Internacional
(¡venid a mí los proletarios!).

Alguien dijo Neruda
y llegó la esperanza
en medio del espanto.

La Internacional cantaron.

Te cantaron, Pablo,
te cantaron.

No te has muerto,

tu corazón tendido
llama,
tu corazón tendido
estalla,
tu corazón tendido
avanza.

Tu corazón tendido
de punta a las palomas,
es hoy mañana.

Prepara tu poema, capitán,
vienen llenos de amor los guerrilleros
y Chile está en campanas.

EL PEZON DE LAS VENGANZAS

«… y hacía ya dos días que el bebé no comía ni tomaba nada. Fue cuando nos llevaron al estadio nacional y te imaginas, la criatura apenas tiene quince meses y lloraba v lloraba, estaba empapado y sucio hasta los ojos; yo desesperaba. Era algo horrible. Horrible. Entonces se acerca un carabinero y no se de dónde, me viene con una taza de leche con unos pedazos de galleta adentro. «Déselo al niño», me dijo, y se fue. Pero no aparece por ahí un militar, coronel, creo que luego me dijeron, y me grita, «¿Quien ordenó darle leche a ese chico?», y manda a un soldado a sacarme la taza, y te imaginas, yo sentí que no podía ser tanta crueldad, pero me la quitaron de un manotón, cuando mi hijo apenas había comenzado a beber.
(Confesión de una madre chilena al autor de este poema).

Me llamo..
no importa, coronel, como me llamo;

a esta altura
no interesan los nombres,

interesan los daños,
interesa el dolor,
descifrar
desde qué antro
lo han parido, coronel,
desde qué húmeda caverna
se proveyó de chancros
y de peludas manos.

Interesa, coronel,
y váyalo sabiendo,
que comienzo a crecer
desde estos quince meses que sostengo.

Me siento enorme, coronel,
¡y usted es tan pequeño!

No volveré a llorar, se lo aseguro.

Haré del hambre que me impuso, coronel,
haré un soneto,
haré un puño buscándole la cara,
haré un entierro.

Y entonces, coronel,
desde estos quince meses que defiendo,
desde el cósmico pezón de las venganzas,
llenaré de leche las ánforas del pueblo
y las levantaremos todas en un brindis,
en un brindis de adiós para sus huesos.

UNA PREGUNTA AL GENERAL PINOCHET
Me contó su partera, general,
que usted vino a este mundo deformado:

que su intestino grueso
termina en la garganta
y su lengua es un pozo
de gases y de miasmas;

entonces, general,

¿por dónde habla?
¿por dónde habla?
RADIOGRAMA
Entren en las fábricas
y maten;

entren en las universidades
y maten;

entren en los periódicos
y maten;

entren en los comités
y maten;

entren en los ministerios
y maten;

entren en los cordones
y maten;

entren en las oficinas
y maten;

entren en los dormitorios
y maten;

entren en los cementerios
y maten;

destrocen los carteles,
mutilen a los inválidos,
corten los ojos del campesino,
quemen el pelo de los muchachos;

maten
maten
maten
maten

fusilen las paredes escritas,
torturen las consignas,
revienten a los niños;

maten lo que camina,
maten lo que descansa,
maten los faroles
y maten las sonrisas;

maten el amor,
maten los buenos días;

maten a los que hablan,
maten a los que callan,
maten a las parturientas,
maten a los viejos,
maten las flores
y maten al artista;

maten
maten
maten
maten

maten a los que respiran,
maten a los que suspiran;
maten los libros,
maten las películas,
maten las cartas,
maten el vino,
maten el pan
y maten la semilla;

maten diez veces a los muertos,
y maten y rematen;

maten al extranjero
y maten al anfitrión;

maten lo que está vivo;

maten
maten
maten
maten

maten a la mañana,
maten a la tarde,
maten a la noche
y maten a cada instante;

maten cada ciudad
y maten cada calle;

maten por la libertad de Chile
y maten por la democracia

maten el punto final
de este radiograma.
EL GUERRILLERO
Cada obús un objetivo,
cada tanque un juramento,
¡qué ganas de Pinochet
que tienen los guerrilleros!

Qué hermoso es darle a la patria
el corazón en un beso
de granada y estallido
clandestinamente erecto,
qué hermoso que va tu puño
de punta hacia todo riesgo,
como un viento sin descanso,
que cruza en dos el misterio,
qué gigante sos, muchacho,
que enorme que sos, chileno;
para encontrar el honor
voy a conocer el vuelo
de tu camisa desnuda
en las banderas del pueblo,
voy a proclamar al mundo
tu corazón de año nuevo
y entre todas las paredes
azules que te escribieron
descifraré con tu nombre
infinito y desparejo
las fronteras de la gloria
que está naciendo en tu gesto.

Cada obús un objetivo,
cada tanque un juramento,
¡qué ganas de Pinochet
que tienen los guerrilleros!

A las once de la noche
la junta exige silencio,
a las once y un minuto
vos le contestás despierto,
custodiando en cada esquina
el mapa de tus secretos,
salvando el color de Chile
en el percutor esbelto
y abriendo en dos la esperanza
con tu fusil en acecho.

Francotirador hermano
saboteador compañero,
comando de cien arrojos
y militante sin sueño;
no estás solo, estoy contigo,
soy América en tu cuerpo,
soy la mitad de tu espalda
y el total de tus aceros,
estoy al pie de tu arma
y por tu grito me juego
y me confundo en tu sangre
que es mi sangre, si te dieron,
porque sumo en las mañanas
tus muertes que me murieron.

Cada obús un objetivo,
cada tanque un juramento,
¡qué ganas de pinochet
que tienen los guerrilleros!

EL RÍO Y SUS MUERTOS
El Mapocho
nace de una piedra invisible en la montaña,
un cóndor lo conmina : «¡avanza!»
y se hace río
sin decir una palabra.

El Mapocho
es un hilo silencioso,
amigo del chileno más oscuro,
de los enamorados,
del ebrio y el bohemio,
del soñador más solitario.

El Mapocho
tiene la historia y tiene los lamentos,
tiene una ilusión que no ha contado
y ahora tiene muertos
que le cambian el color todas las noches
y lo sacan de cauce sin quererlo.

El Mapocho está en sangre,
el Mapocho está en llamas,
el Mapocho está en crimen,
el Mapocho está en lágrimas.

Los muertos son los mismos
que ayer le circundaban
la espuma en libertad,
los mismos,
son los mismos que hoy
flotan todas las noche,
flotan,
todas las noches las descargas
descargan sobre el río,
manos ojos y bocas,
bolsillos con sus cartas,
corazones detenidos para siempre
y sonrisas violadas.

El Mapocho los lleva,
acompaña en sombras
de peces perseguidos
la muerte ajusticiada.

¿Adónde irán los muertos,
dónde
dónde termina el río
su fúnebre caravana?

Solo el Mapocho sabe,
solo el Mapocho conoce la morada
final
de esas espaldas.

Tal vez regrese hacia la piedra virgen,
tal vez haga un volcán de cada agujero
abierto por las balas,
tal vez revierta el mapa
sobre cada estructura que le flota
mutilada.

Solo el Mapocho sabe.

El río con sus muertos
silenciosamente anda…
LA ESPERANZA ES UN FUSIL
La esperanza es un fusil…

Camina un chileno en sombras
camina…

Setiembre vino de sangre
pero vendrá de palomas,
vino de luto y tortura,
vino setiembre a morir,
pero vendrá en caracolas.

Camina un chileno en sombras
camina. . .

Setiembre vino en volcán
pero vendrá en mariposas,
vino en su corte marcial,
vino en Pinochet ¡ay! vino,
pero vendrá en las alforjas.

La esperanza es un fusil…

Camina un chileno en sombras
camina…

Viene trayendo un setiembre
como un clavel en la boca
que tomó de cada muerto
en sencilla ceremonia
para vengar de un disparo
tanta primavera sola.

La esperanza es un fusil…

Y tú, compadre..¿la tomas?
A USTED, SEÑOR
A usted, señor,
sí, a usted,
a usted que tiene su trabajo
y sus impuestos,
que vuelve a casa cada noche,
enciende la tevé,
pregunta cómo están los chicos,
acaricia a su perro,
a usted que sabe que en Chile pasó algo
tremendo

«pero, que quiere, también,
con estos comunistas;
no hay derecho
a quitarle al que tiene,
no hay derecho… »

a usted, sí señor,
a usted,
que hace el amor con su señora
un poco insatisfecho,
a usted,
que a veces siente
pero se queda quieto,
a usted,
que sabe que en Chile es una ley
el miedo…

«si, yo estoy con el socialismo,
pero un socialismo bueno… »

a usted,
que si pudiera pisarle la cabeza,
a más de cuatro

(«porque si todos miran para adentro,
¿por qué voy a ser menos? y si puedo,
primero» )

a usted,
que no se tira un pedo
delante de su amante
porque le da vergüenza (el pedo),
y quiere a todo el mundo en nochebuena,
(a sus deudores y a su portero),
a usted,
que oye en la radio de su coche
noticias sobre fusilamientos
y prisioneros desnudos
en una cancha de fútbol allá lejos…

«ni para comer había en Chile,
tenía que pasar,
porque una vez leí que..»

a usted, sí, a usted,
a usted
que le tiene hambre
a la esposa de su amigo,
a usted que sueña
con abrir una sucursal de sus fantasías,
a usted,
que prepara sus vacaciones y sus ingresos,
a usted,
que manda los chicos al mejor colegio,
a usted,
que vota pero no dice a quien
porque es «secreto»,
a usted,
que gusta del orden y los emolumentos,
a usted,
que ve escrito en las paredes
«¡viva Chile, mierda!» y piensa «¡qué groseros!»,
a usted, señor,
sí a usted,
a usted que dice que la mejor
manera de arreglar las cosas
es el silencio
o unos cuantos pesos
para aceitar la mano,
a usted,
que se masturba en el baño
cuando los pibes duermen
y se levanta apurado, pensando
en ese maldito documento,
a usted,
que si se puede prender,
se prende,
porque hay que velar por la familia,
y el futuro y todo eso,
a usted, señor,
sí a usted,
yo le pregunto:

¿de qué lado del sol
quiere que lo enterremos?

 

ESA TEGUA-NUEVOImaginémonos al primer hombre y la primera mujer que se susurraron en un idioma casi gutural el primer «te quiero» de la historia de la humanidad. Tal vez fue a la vera de la caverna o en el fondo de un valle o bajo el huracán y el relámpago. En este libro, en estos poemas de amor, habita también la primera caricia. Son poemas que contienen un solo nombre: mujer. Ella construyó estas páginas que yo atreví a firmar. En estos versos va mi homenaje, mi respeto y mi memoria.

Todo poema de amor es más pequeño que el amor.

 

DIOPTRÍAS

¿Qué miro cuando te miro?
¿Acaso el zoom de tus ojos,
o el arco de tu martirio?

¿Qué miro cuando te miro?
¿Tu piel de luz reflejada
en pira de sacrificios?

¿Qué miro cuando te miro?
¿Tu boca… ¡Vaya volcán
erupcionando contigo!

¿Qué miro cuando te miro?
¿Miro tu frente en el aire,
o el aire de tu vacío?

¿Qué miro cuando te miro?
Tus manos -lejos- tus manos,
miro tus dedos amigos?

¿Qué miro cuando te miro?
¿Tu pelo de luna y lobo
que sale de su escondrijo?

¿Qué miro cuando te miro?
¿Tu voz que estrena el carbón
o el diamante de tu grito?

¿Qué miro cuando te miro?
¿El vestido que te viste,
o tu desnudez en vilo?

¿Qué miro cuando te miro?
¿Tu ingravidez al andar,
o el peso de tu destino?

Qué miro cuando te miro?
¿Eso que llaman amor,
o eso que llaman olvido?

 

 

LA JORNADA Y LA SED-NUEVO

¿Es la poesía agua para beber al fin de la jornada? ¿Por qué no? Si ayer fue árbol el papel donde escribimos, o silicio -arena y sal-las entrañas de tu ordenador, ¿por qué no puede ser agua la poesía? Agua y premio al fin del día, a las puertas de la noche y del sosiego. La poesía compañera del amigo, los versos tranquilos en las líneas que los sostienen te invitan a un instante distinto, singular . Este libro contiene poemas de estos últimos años. Como siempre, el poeta se expresa descarnado y transparente, sabiéndose leído, ofrece sus entrañas.

Unas gotas de poesía cada día te perfumarán el alma.

 

BUENAS COSTUMBRES

Las viejas inglesas
cuidan de sus gatos con afectación admirable.
Las de Kenia, por el contrario,
-viejas negras, desnudas, analfabetas y salvajes
que desconocen el té de las cinco-
se los comen.

 

LA PALABRA.-NUEVO

 

Este libro intenta la aventura de la síntesis en su primera parte. Poemas breves donde busco la sima de mis cavilaciones que son, ¿por qué no? también las de ustedes, amigos míos. La palabra es ese frágil cristal que si se rompe nos hiere, pero intacta nos salva. En la segunda parte busco un mayor desarrollo conservando el mismo énfasis. En este libro se esconde, tal vez, la línea que indultaría -como decía Borges- si tuviera que condenar toda mi obra.

Una línea y el silencio pueden llegar a ser fundamentos del universo.

 

UNO

Si el cosmos y la rosa
están hechos de la misma sustancia
particular y atómica,
¿por qué trágica vocación, la rosa,
pudiendo ser el cosmos,
prefirió ser rosa?

Piel adentro

 

PIEL ADENTRO-NUEVO

Un libro coloquial, abierto, en diálogo cordial con el lector. Poemas que van desde mensajes a los hijos hasta preguntarse dónde cae la piedra que tiramos a un río. Subo a este libro como a una nave preparada a surcar hacia los presagios y las esperanzas. Allí me esperan, -nos esperan- armoniosas figuras de perfectos perfiles. Y aunque todo es efímero, (niebla y vida), hay un momento, hay un centro, hay un punto exacto, donde la felicidad se nos muestra, no como un don, sino como faena.

Las manos que escriben el poema son las que te abrazan.

 

ME PREGUNTO…

Me pregunto por qué
si hay grifos relucientes
teatro al aire libre
hinchas de fútbol
amor
razones de jugarse
si hay un niño desnudo
y orugas sin estigmas
si hay domingos
flautas mágicas
ascensores
murmullos elocuentes
un grito indescifrable
si hay espaldas azules
una mano aleatoria
adiós
éxtasis de otoños
y tantos maniseros
me pregunto por qué
todo en un instante
es triste
y necesario.

 

AUTORIZADOA VIVIR-NUEVO

Veinticuatro confusiones para saber con exactitud cómo no se debe leer este libro.

¿SON POEMAS? Si, pero no
¿ES EROTICO? Si, pero no
¿ASUSTA? Si, pero no
¿SON FRASES? Si, pero no
¿ES BLANCO? Si, pero no
¿MUERDE? Si, pero no
¿ES HUMANO? Si, pero no
¿DA SUEÑO? Si, pero no
¿LLUEVE? Si, pero no
¿ES TRISTE? Si, pero no
¿CRECE? Si, pero no
¿PICA? Si, pero no
¿ES AMOROSO? Si, pero no
¿ES BARATO? Si, pero no
¿HACE RUIDO? Si, pero no
¿ES CRUEL? Si, pero no
¿ESTA VIVO? Si, pero no
¿EXPLOTA? Si, pero no
¿TIENE PECAS? Si, pero no
¿ES PROVOCATIVO? Si, pero no
¿ES VIRGEN? Si, pero no
¿SI? Pero no
¿NO? Pero…
¿PERO? ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!